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Historia
Girona, ubicada en el noreste de España dentro de Cataluña, es una tierra de gran riqueza histórica, cultural y gastronómica. Tanto la ciudad de Girona como su provincia homónima abarcan desde los Pirineos hasta la famosa Costa Brava en el Mediterráneo, ofreciendo un viaje en el tiempo que inicia en la antigüedad y llega hasta la vibrante modernidad actual. A continuación, exploramos estos tres grandes bloques – Historia, Cultura y Gastronomía – para descubrir qué hace única a Girona.
Historia de Girona
Edad Antigua y época romana:
Mucho antes de llamarse Girona, estas tierras estuvieron habitadas por pueblos íberos de la tribu de los indigetes. En el siglo I a.C., aprovechando la estratégica Vía Heráclea (futura Vía Augusta) que cruzaba la zona, el general romano Pompeyo fundó hacia el año 77 a.C. un oppidum militar llamado Gerunda es.wikipedia.org es.wikipedia.org . Esta fundación, en plena Guerra Sertoriana, supuso el origen de la ciudad.
Gerunda se estableció con habitantes íberos reubicados y funcionó como baluarte defensivo del Imperio romano, en colaboración con el cercano puerto de Empúries (Ampurias), antigua colonia griega en la costa (es.wikipedia.org) .
Bajo Roma, la ciudad prosperó modestamente y llegó el cristianismo en el siglo III, con mártires como San Félix de Girona. Tras la caída de Roma, Girona permaneció habitada durante el reino visigodo y mantuvo un obispado activo.
Edad Media (Alta y Baja):
En el año 715, Girona fue ocupada por las tropas musulmanas durante la conquista de Hispania, aunque sin gran resistencia ni destrucción. La dominación islámica directa fue breve: en 785 las élites locales entregaron la ciudad al imperio carolingio de Carlomagno es.wikipedia.org es.wikipedia.org . Girona se integró así en la Marca Hispánica francogoda, convirtiéndose en sede de un condado fronterizo. La ciudad se fortificó con nuevas murallas carolingias para resistir incursiones del sur (es.wikipedia.org) .
Durante los siglos siguientes, Girona floreció como parte del emergente principado de Cataluña, vinculado a la Corona de Aragón. En la Baja Edad Media, la ciudad vivió tanto episodios bélicos como un notable esplendor cultural. Por un lado, sufrió asedios como el ataque del rey francés Felipe III el Atrevido en 1285 durante la Cruzada contra la Corona de Aragón. Por otro lado, alcanzó un apogeo la comunidad judía de Girona: en el siglo XIII su barrio judío (Call) era célebre, con una influyente escuela cabalística en la que destacó el rabino Moshé ben Nahmán (Nahmánides) (es.wikipedia.org) . Aunque posteriormente la judería decaería tras el pogromo de 1391 y la expulsión de 1492, hoy el Call de Girona se conserva como uno de los mejor preservados de Europa, testimonio vivo del legado sefardí (es.wikipedia.org) .
Hacia finales del medievo, en 1417, se decidió la construcción de la nueva catedral gótica de Girona, famosa por su nave única de gran anchura.
Edad Moderna y contemporánea:
Durante los siglos XVI y XVII, Girona mantuvo su carácter de plaza fuerte fronteriza, ampliando bastiones para afrontar las guerras entre España y Francia. En la Guerra de Sucesión Española (principios del XVIII), la ciudad fue escenario de combates y finalmente quedó bajo dominio borbónico en 1714, perdiendo las instituciones catalanas. Sin embargo, el episodio bélico más célebre de Girona llegó con la Guerra de la Independencia contra Napoleón: entre 1808 y 1809 la ciudad soportó varios asedios napoleónicos. El más duro fue el de 1809, cuando el general Álvarez de Castro dirigió una heroica defensa durante siete meses antes de capitular ante las tropas francesas (es.wikipedia.org) . Esa resistencia férrea le valió a Girona el sobrenombre de “Ciudad de los Sitios” o “Gerona la inmortal”. Tras la guerra napoleónica, la paz del siglo XIX permitió a la ciudad expandirse más allá de sus murallas (partes de estas fortificaciones fueron derribadas después de 1889) (es.wikipedia.org) .
En el convulso siglo XX, Girona vivió la Guerra Civil Española; la provincia permaneció en el bando republicano hasta que las tropas franquistas ocuparon la ciudad en febrero de 1939 (es.wikipedia.org).
Con la llegada de la democracia, Girona prosperó económicamente, y desde mediados del siglo XX especialmente su franja costera, la Costa Brava, experimentó un auge turístico sin precedentes. Identificada desde los años 1950 como una zona de alto potencial para el turismo de sol y playa, la Costa Brava se desarrolló rápidamente con hoteles y servicios vacacionales (es.wikipedia.org) (red2000.com) , transformando pueblos pesqueros en animados centros turísticos. En décadas recientes, la ciudad de Girona también ha cobrado fama internacional por su calidad de vida, sus eventos culturales (incluso sirviendo de escenario a producciones de cine y TV) y su apuesta por la modernidad manteniendo el respeto por su amplio legado histórico.
Cultura
Patrimonio monumental y artístico
La provincia de Girona atesora un riquísimo patrimonio tangible, fruto de su dilatada historia. En la ciudad de Girona, el casco histórico amurallado (Barri Vell) es un museo al aire libre. Destaca imponente la Catedral de Santa María de Girona, cuya nave gótica es la más ancha del mundo en su estilo (23 metros) y que combina elementos románicos (claustro y campanario) con una fachada barroca.
A sus pies se extiende el entramado medieval de calles de piedra, donde se encuentra el famoso Barrio Judío o Call. Pasear por las estrechas callejuelas del Call, entre patios y escaleras de piedra, es retroceder al medievo: no es casualidad que este barrio se considere uno de los mejor conservados de Europa (es.wikipedia.org) .
Cerca de allí, la Basílica de Sant Feliu (San Félix) exhibe una mezcla de estilos gótico y románico y guarda las leyendas de los antiguos mártires de la ciudad. Otros rincones cargados de historia en Girona son los Baños Árabes, un baño público medieval del siglo XII construido imitando el estilo andalusí, o el paseo de la Muralla, que permite recorrer sobre las antiguas murallas carolingias con vistas panorámicas de la ciudad. Fuera de la capital, la provincia cuenta con numerosos pueblos monumentales.
En el interior sobresale Besalú, pintoresca villa medieval cuyo icono es el puente románico fortificado sobre el río Fluvià. Besalú, capital de un antiguo condado, posee una bellísima arquitectura románica y hasta un micvé (baño ritual judío) medieval restaurado, prueba de la diversidad cultural histórica.
Hacia el norte, Figueres (Figueras) es conocida por albergar el Teatro-Museo Dalí, el surrealista museo diseñado por el propio Salvador Dalí sobre un antiguo teatro, que exhibe las obras y extravagancias del genio nacido allí. Figueres también presume del Castillo de Sant Ferran, una inmensa fortaleza del siglo XVIII que es la mayor fortaleza militar de Europa de su época.
En la costa, muchos pueblos combinan patrimonio y paisaje: Tossa de Mar, en la Costa Brava sur, conserva una ciudadela medieval amurallada a orillas del mar (la Vila Vella), con torres defensivas que vigilan la bahía.
Pals y Peratallada, en el Baix Empordà, son otros dos ejemplos de núcleos medievales detenidos en el tiempo, con calles empedradas, murallas y torres que transportan al visitante varios siglos atrás.
Por su parte, Cadaqués, encaramado frente al Mediterráneo, ofrece la estampa de sus casitas blancas y callejuelas que han enamorado a artistas; allí vivió y se inspiró Dalí, cuya casa-museo en Portlligat es hoy lugar de peregrinación cultural.
Asimismo, en plena naturaleza del Cap de Creus se alza el monasterio de Sant Pere de Rodes, joya del románico catalán desde cuya altura se domina el mar.
Finalmente, un verdadero tesoro arqueológico de la provincia son las Ruinas de Empúries: en L’Escala, junto al mar, se pueden visitar los restos de la ciudad greco-romana de Emporion, puerta de entrada de griegos y romanos a la Península en la antigüedad.
Estos y muchos otros monumentos y museos (como el Museu d’Art y el Museu d’Història dels Jueus en Girona, o el Museu Dalí ya mencionado) hacen de Girona un destino privilegiado para los amantes de la historia y el arte.
Gastronomía
La gastronomía de Girona es otro de sus grandes atractivos, un fiel reflejo de su geografía de contrastes entre mar y montaña. La provincia ofrece una cocina catalana rica y variada, que va desde platos campesinos contundentes hasta delicadas recetas marineras, con productos locales de primera calidad y, en años recientes, una revolución culinaria de fama mundial liderada por chefs visionarios.
Platos tradicionales y productos locales La cocina tradicional gerundense se caracteriza por combinar sabiamente ingredientes de la costa y del interior, dando lugar a los famosos platos de “mar i muntanya” (mar y montaña). Un ejemplo emblemático es el Pollo con langosta o con cigalas, guiso en que se fusionan carne y marisco en una cazuela con sofrito, creando un sabor único a tierra y mar tuscasasrurales.com . Esta mezcla sorprendente es frecuente en el Ampurdán (Empordà) y simboliza la esencia de la gastronomía local.
También son típicos los arroces del Empordà, como el arròs de Pals (arroz cultivado en los campos cercanos a Pals desde el medievo), que puede prepararse marinero, de montaña o mixto.
En la costa abundan los guisos de pescado como el Suquet de peix, una sabrosa cazuela de pescados y mariscos con patatas, ajo y alioli, pariente de la bullabesa provenzal tuscasasrurales.com tuscasasrurales.com .
No hay que olvidar las anchoas de L’Escala, quizás el producto más célebre: esta villa costera lleva siglos salando boquerones en barril para obtener anchoas de intenso sabor, un verdadero manjar que ningún visitante deja de probar (tuscasasrurales.com) . De hecho, “anxoves de l’Escala” es sinónimo de calidad y tradición, y existen museos y fábricas visitables dedicados a esta salazón artesanal. Del interior rural llegan platos igual de apreciados.
En las comarcas de montaña, cuando aprieta el frío, reconforta una buena Escudella de pagès, la clásica sopa-cocido catalana con carnes de cerdo, butifarra, pollo, verduras y pasta, servida en dos vuelcos (sopa y “carn d’olla”) (tuscasasrurales.com)
También la tortilla payesa de Girona es curiosa: similar a la tortilla de patatas pero enriquecida con verduras variadas – pimientos, judías tiernas, etc. – según la huerta de temporada .
Otro plato local son las Patatas de Olot, originarias de la zona volcánica de La Garrotxa: se trata de patatas rellenas de carne picada, fritas hasta quedar crujientes, que se sirven de acompañamiento o tapa caliente tuscasasrurales.com . De la caza y bosque vienen guisos como el Ànec amb peres (pato con peras) o el conejo con setas, que combinan la proteína con la fruta dulce, muy del gusto ampurdanés.
Girona es también tierra de embutidos y productos del cerdo, herencia de la tradición rural. Destacan el salchichón de Vic, los secallones y sobre todo la fina longaniza de Pagès y el fuet, que se pueden degustar en cualquier mercado local.
Mención especial merece la butifarra dulce (botifarra dolça), un embutido único del Empordà que lleva azúcar, limón y canela en la mezcla tuscasasrurales.com . Esta salchicha dulce se suele cocinar caramelizada con manzana o simplemente asada y servida con su jugo, ofreciendo un contraste de sabores muy peculiar – un gusto adquirido que suele encantar o desconcertar, pero no deja indiferente (tuscasasrurales.com) . Junto a ella está el bull (también llamado paltruc), embutido grueso hervido, blanco o negro, hecho con partes de la cabeza del cerdo. Muchos de estos productos cárnicos cuentan con reconocimiento por su calidad; por ejemplo, la salchicha de Girona y el jamón de la Garrotxa tienen buena fama dentro y fuera de la provincia.
Entre los productos agrícolas, Girona presume de sus huertas y frutales. Las manzanas de Girona (variedades golden, gala, etc.) tienen indicación geográfica protegida por su sabor y calidad naturaki.com . También el aceite de oliva D.O. Empordà es excelente, fruto de olivos centenarios castigados por la tramontana (viento del norte).
En la plana de l’Empordà y el Pla de Girona crecen verduras que nutren los mercados: tomates, cebollas, judías, coles… con las que se elaboran escabeches y recetas tradicionales como la escalivada (verduras asadas) o el trinxat de col y patata.
De la zona volcánica vienen las patatas de la Vall d’en Bas y los fesols de Santa Pau (pequeñas alubias de la Garrotxa) que acompañan platos de cuchara. Y en otoño, los bosques brindan setas variadas que los gironenses recogen ávidamente – rovellons (níscalos), ceps (boletus), cama-secs – para luego preparar salteados o arroces inigualables. Por supuesto, el mar provee un sinfín de pescados y mariscos frescos.
En las lonjas de Roses, Palamós o Blanes se subastan a diario gambas, cigalas, sepias, mejillones, doradas, lubinas y más. Las gambas rojas de Palamós merecen renombre especial: son crustáceos de color carmesí intenso y sabor dulce, muy apreciados en la alta cocina (incluso tienen marca de garantía local). Con marisco y pescado se preparan platos marineros típicos como la sarsuela (guiso de pescado variado con picada) o los suquets ya mencionados. Incluso algo tan humilde como los eriços de mar (erizos de mar, llamados garoines en la Costa Brava) se degustan crudos o gratinados en temporada, reflejando la conexión profunda con el Mediterráneo. Para acompañar tanta delicia, nada mejor que los vinos de la D.O. Empordà. La tradición vitivinícola en Girona se remonta a los griegos de Empúries; hoy, bodegas ampurdanesas producen vinos de calidad creciente, especialmente tintos robustos y garnachas dulces, así como cavas y blancos afrutados. Y tras la comida, es típico brindar con un ratafía casero, el licor dulce de nueces verdes y hierbas que en muchas masías elaboran siguiendo recetas ancestrales – tanto es así que existe una Confraria de la Ratafia y fiestas dedicadas a esta bebida en pueblos como Santa Coloma de Farners.
En cuanto a repostería, Girona tiene su joya: el xuixo. Este dulce nació en la ciudad de Girona a inicios del siglo XX y se ha hecho popular en toda Cataluña (tuscasasrurales.com) .Consiste en una masa frita rellena de crema pastelera, espolvoreada con azúcar; crujiente por fuera y suave por dentro, es irresistible con el café. Según la leyenda, un payaso llamado Xurriguera dio origen al nombre al esconder su romance con la hija de un pastelero y prometer en voz baja (“xuixo”, imitando un estornudo para disimular) que no revelaría el secreto – y el pastelero creó luego este fritura llamada xuixo en recuerdo de la anécdota.
Otros postres tradicionales incluyen los brunyols de l’Empordà, buñuelos de viento aromatizados con anís que se comen especialmente en Cuaresma, y los panellets de
Todos los Santos (bolitas dulces de mazapán y piñones) que, aunque típicos de toda Cataluña tuscasasrurales.com , endulzan también las mesas gerundenses cada otoño.
En resumen, la gastronomía tradicional de Girona es un reflejo de su territorio: combina mar y montaña, huerta fértil y bosque, corral y marisma, dando lugar a sabores auténticos y recetas transmitidas de generación en generación. Es una cocina de origen humilde en muchos casos, pero muy variada y sabrosa, que ha sabido mantener su esencia a la vez que se proyecta al mundo gracias a la creatividad de sus cocineros. Innovación culinaria y reconocimiento internacional Si bien la cocina tradicional es fundamental, en las últimas décadas Girona ha sido catalizadora de una auténtica revolución gastronómica a nivel mundial.
La provincia alberga restaurantes y chefs de vanguardia que han elevado la cocina catalana a las más altas cotas de innovación, sin perder la raíz local. Este fenómeno ha dado a Girona fama global como destino culinario de excelencia.
El nombre propio más destacado es sin duda el de Ferran Adrià, el chef que capitaneó el mítico restaurante El Bulli en Cala Montjoi (Roses). Ubicado en una apartada cala de la Costa Brava, El Bulli pasó de ser un modesto restaurante a convertirse en un templo de la gastronomía experimental. Bajo la visión creativa de Adrià, en los años 90 y 2000 allí se gestó la llamada cocina molecular o de tecno-emoción, con técnicas rompedoras (espumas, esferificaciones, deconstrucciones) que influyeron en chefs de todo el planeta (bonviveur.es) .
El Bulli fue elegido mejor restaurante del mundo en múltiples ocasiones (obtuvo ese título cinco veces entre 2002 y 2009), situando a la Costa Brava en el mapa culinario internacional. Aunque El Bulli cerró como restaurante en 2011 para transformarse en fundación creativa, su legado perdura y su impacto en la gastronomía moderna es incuestionable: Ferran Adrià es considerado un revolucionario que “cambió la historia de la gastronomía” (bonviveur.es) .
A día de hoy, el espíritu de El Bulli sigue vivo en los muchos discípulos de Adrià y en proyectos como el elBulli1846, un espacio expositivo y creativo en marcha en el mismo enclave de Cala Montjoi.
Por otro lado, dentro de la ciudad de Girona brilla con luz propia El Celler de Can Roca, regentado por los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca. Este restaurante, fundado en 1986 en el barrio de Taialà (junto al modesto restaurante familiar Can Roca), evolució hasta lograr tres estrellas Michelin y ser coronado mejor restaurante del mundo en 2013 y 2015 según *The World’s ... según *The World’s 50 Best Restaurants ( es.wikipedia.org 】.
En El Celler de Can Roca, los hermanos Roca combinan la cocina tradicional catalana con la creatividad y la técnica impecable: Joan como chef de cocina, Josep como sumiller y Jordi como maestro pastelero. Sus creaciones reinterpretan platos locales con innovaciones sorprendentes, manteniendo siempre la esencia de los productos de Girona.
Este restaurante ha sido aclamado mundialmente por platos que apelan a la memoria gustativa de su tierra y por experiencias multisensoriales únicas, elevando la gastronomía gerundense a la élite global. Además de El Celler, los Roca han contribuido al tejido local con propuestas más informales (heladerías, bares de vinos, etc.), mostrando su compromiso con la ciudad.
No son los únicos: la provincia de Girona cuenta con una constelación de restaurantes con estrella Michelin. Desde Miramar de Paco Pérez en Llançà (2⭐) con su cocina marina de autor, hasta Les Cols de Fina Puigdevall en Olot (2⭐) enfocada en el producto volcánico y de huerta, pasando por Massana en Girona (1⭐) o Bo.Tic en Corçà (2⭐), entre otros.
Todos ellos han situado a Girona en la vanguardia culinaria. En total, el territorio gerundense acumula decenas de estrellas Michelin, una hazaña para una provincia relativamente pequeña – señal de la pasión local por la gastronomía.
Muchos de estos chefs de prestigio se inspiran precisamente en la tradición: usan ingredientes locales (pescados de la Costa Brava, trufa de la Garrotxa, hierbas silvestres del Empordà) y recetas ancestrales, reinterpretándolos de forma contemporánea. El resultado es una armonía entre tradición e innovación que define la identidad culinaria de Girona.
La Costa Brava, por su parte, también ha sido pilar de este fenómeno culinario. El auge del turismo trajo comensales internacionales exigentes y fomentó la aparición de restaurantes de alto nivel en enclaves costeros. Así, a la vez que uno disfruta de un arroz negro o unos suquets caseros en una taberna marinera de Llafranc, puede a poca distancia cenar en establecimientos galardonados.
La combinación de materia prima excepcional (mariscos, pescados, aceites, vinos) y talento creativo ha hecho de la Costa Brava un destino de enoturismo y turismo gastronómico. Rutas de vino por el Empordà, visitas a almazaras tradicionales, talleres de cocina catalana y ferias gastronómicas (como la Feria de la Anchoa en L’Escala, o el mercado “Vívid” de vinos del Empordà) enriquecen la oferta cultural para el viajero gourmet.
En conclusión, la gastronomía de Girona deleita todos los paladares: desde el más rústico hasta el más sofisticado. El visitante puede empezar el día desayunando un xuixo con café con leche en una plaza de Girona, almorzar una escudella casera en un pueblo del Pirineo, tapear butifarra dulce y anchoas a media tarde, y coronar la noche con una cena de estrellas Michelin frente al Mediterráneo.
Es esta variedad y calidad la que hace de Girona un paraíso gastronómico. Como dice un dicho local, “Girona enamora” – y ciertamente, quien la visita queda enamorado no solo de sus paisajes e historia, sino también de sus sabores inolvidables.
En resumen, Girona y su provincia ofrecen un viaje completo: una historia milenaria que va de los íberos y romanos, pasando por medievales condes y sabios judíos, hasta defensores napoleónicos y veraneantes modernos; una cultura rica en monumentos, leyendas y celebraciones, que encuentra en la Costa Brava su máxima expresión paisajística y cosmopolita; y una gastronomía excepcional que equilibra la tradición catalana con la innovación de clase mundial. Todos estos ingredientes hacen de Girona un destino único donde pasado y presente se unen, y donde cada viajero puede sentirse parte de una historia que se saborea con los cinco sentidos.
Fuentes: Historia local de Giron es.wikipedia.org es.wikipedia.org 】; Comunidad judía medieva es.wikipedia.org 】; Asedios napoleónico es.wikipedia.org 】; Cultura y tradición gironens es.wikipedia.org 】; Gastronomía gerundense tradiciona tuscasasrurales.com tuscasasrurales.com 】; Reconocimientos culinarios (El Bulli y Celler de Can Roca bonviveur.es es.wikipedia.org 】.